martes, 20 de mayo de 2008

Casa Colombia

En mi mente no guardo rencor alguno por la gente de Casa Colombia, que supo arreglárselas hasta los últimos días del final.
Algunos podrán objetar que no éramos amigos. Yo creo que sí: ¿cómo se le llama a alguien con quien uno convive, a quien le cuenta sus problemas, que escucha la misma música que uno, que come la misma comida? Lo que pasa es que a la gente no le gusta ser responsable de los vínculos. Cuando se nombra la responsabilidad, zas!, desaparecen.